jueves, 8 de julio de 2010

Minucias


Repase una y otra vez lo sucedido , había transcurrido la mañana muy normal sin distracciones, ahora cerraba los ojos y se venia al instante esa imagen a mi mente, una imagen roja con tintes muy oscuros, tempestivamente abría los ojos para no caer en sus garras, creí que esa imagen me perseguiría hasta el final tal y como le sucede a Jesús con el sueño de las sandalias de José en el Evangelio según Jesucristo y tenia miedo de caer en ese abismo del recuerdo que sin duda ya había marcado mi vida.
Solo era cuestión de esperar; el tiempo ya no importaba, mi vida había hecho una pausa, volví a recordar las acciones de esa mañana y no encontraba nada, siempre fui cuidadoso y esta vez en un instante ya no tenia huella digital las minucias habían dejado de ser eso para ahora convertirse en algo tan anhelado, tan deseado.
Solo me acordaba que había salido integro del vientre de mi madre y el día que el reloj de arena de mi vida deslizara el ultimo grano del aliento no podría regresar a la tierra del modo en que vine, en esa interminable espera en una cama fría de hospital que según cuentan fuero mas de 24 horas, la s reminiscencias del pasado hicieron un desfile cual pasarela lúgubre sin magia, sin interés.
El diagnostico fue alentador, no por rescatar lo perdido creo yo, mas bien por la fortaleza de un espíritu que había iniciado días antes un camino hacia la luz, pocos días atrás había decidido firmemente volver a vivir de nuevo , creí que era tiempo de un resurgimiento de mi propia vida y ahora parecía detenido de nuevo.
Cuantas historias a lo largo de la humanidad resurgieron al tercer día y ahora me encontraba en un camino similar, la diferencia es ese espíritu indomable y puro que sin duda distaba mucho de este joven aprendiz de la vida, a mi me sosegaba el mañana, la cuenta de la luz, del banco, del alquiler.
¡Si ¡ ahora lo recuerdo fue una noche antes, aquella prenda blanca había sido salpicada por unas gotas de vino tinto y trate de limpiarle lo antes posible, el mismo rojo sangre de mis manos en esa imagen que viene a mi mente al cerrar los ojos; es cierto sabia que pasaría eso y debí ser cuidadoso.
Cual valioso es el aliento que termina siendo tan cotidiano, tan propio que termino por viciarlo, no hay marcha atrás, ni siquiera se si así lo deseo, hoy tengo las huellas de la batalla y estoy deseoso de salir a seguir peleando por esta boca tan mía hasta que se deslice el ultimo grano de arena del reloj de mi vida.

1 comentario:

  1. Este escrito es mas bien autobiográfico al tener un accidente y perder una parte de mis dedos, sirve mas bien como catarsis.

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